sábado, 31 de enero de 2009

Sinopsis de su actual Obra “A Flor de Lenguaje”


La sinuosidad casi inalcanzable del verso fugaz en la poética de Alberto Silva Cotrina, nos hace rememorar el neo-romanticismo agridulce y sobrecogedor de Eguren, cuando nos menciona “…la vascular y calidez de sus alamedas barranquinas...”, en contrapunto Alberto lo hace cuando nos libera de nuestra agobiante vida citadina, con el fragmento de “…apenas la bruma del trono se queda dormida…”, en referencia a su amada Bambamarca.
Asimismo, el poeta con una claridad meridiana y una elocuente dicotomía, propia de su versatilidad poética, nos muestra en una clara simbiosis de corte telúrico, a un Perú Fraterno, cuando se refiere como algo consubstancial a la naturaleza humana en “Vientos de Libertad”, y su relación metafísica en la punzada eterna del anodino sujeto sin predicado, al preguntarse en el presente poemario “¿Existes…? Mientras rasgas muros, que ya no sé ni donde desnudo esconderme, con estos mis ojos perdidos…”

El hilo inesperado, desequilibrante y grato a la vez de su poesía, nos sorprende a cada instante por la elocuencia rítmica del verso, aditivo que nos hace necesariamente, vivir momentos acelerados en búsqueda de una nueva esperanza, en los casi perdidos amaneceres de nuestras existencias mutiladas. Alberto pues nos lleva con su poesía lejos del hombre parametrado, cautivando en su juvenil amor el macerado corcel de un rasgado entendimiento.

Sin embargo, volviendo a releer sus versos de los poemario “Delirios” y “Ecos de Rocío” así como se muestra sumamente bucólico y trovador cuando nos dice “…yo te quiero ver aguerrida nuevamente luchando en las llanuras de mi pecho…”, y al mismo tiempo extravagante y cruel consigo mismo casi empequeñecido por su caucásico orden lingüístico, cuando nos dice “…has vencido las batallas a mis débiles temores, en mi póstuma muerte yo canto tu victoria…”, también aquí, reafirma la originalidad de su estilo y la fantasía como esencia del hombre al desguaringar hipocresías cuando dice “…Déjame contaminar mi cuerpo con tu cuerpo, déjame ser carne en tu cama y pan en tu mesa…” así como la intrepidez desmedida cuando dice “déjame fornicar mi hueso con tu hueso…” y de afirmar de que todo en la vida es ”…sin medidas…”

Como nos damos cuenta, podríamos detenernos a cada instante, analizando la profundidad y noble esencia en la poética de Alberto Silva Cotrina, sin embargo sólo queda por decir en esta oportunidad, que deseamos a nuestro poeta un futuro promisorio en el bello arte de la poesía, y
que sobre éste y próximos poemarios, se derrame el fuego que las bella salamandras buscan en la oscuridad.

Karla Márquez